por Héctor Julio Cedeño Negrín
Periodista Independiente
Prensa Independiente de Cuba
22 de agosto del 2010
Ellos aprovecharon la ocasión y la encarcelaron, se había presentado el jueves 19 y fue encerrada en el calabozo, luego de llegar bajo engaño a la mencionada Unidad Policial. Ella se encontraba bajo certificado médico, psiquiátrico, por lo que se había aplazado su internamiento.
Su intensión, al pedir la revisión de la causa, era demostrar las irregularidades cometidas en el procedimiento para inculparla del ficticio delito, cuando la procesaron hace dos años. En el acto de inculpación, se habían cometido diversas anomalías y falsificaciones e incluso, se le habría suministrado algún tipo de alucinógeno, según aprecia ella. A esta conclusión llega, por los efectos que experimentó, luego de serle suministrado un pretendido calmante, cuando se quejó de un fuerte dolor de cabeza, por las muchas horas que duraba el interrogatorio al que fue sometida. Las agotadoras sesiones pretendían hacerla firmar una confesión, a la que ella se negaba. Debe especificarse que dicha ciudadana es enfermera graduada y especialista en cuestiones de terapia intensiva, en la que ejerció durante varios años y conocedora de los efectos adversos que producen diversos medicamentos.
Para que firmara dicha confesión, a ella se le presionó muy fuertemente, pero sin que se le diera a leer, sin que se la leyera el oficial a cargo de ello y sin estar en condiciones para hacerlo por sí misma, dada la agotadora jornada a la que había sido sometida. Esa supuesta confesión firmada por fin, al final del intenso acoso, tampoco le fue leída en el acto del juicio oral realizado en el Tribunal Provincial de la Ciudad de la Habana, lo que resulta una flagrante violación de la ley y de su procedimiento y que además, dicha confesión, supuestamente hecha por ella, solo la conoce, por referencias. La ilegal interpelación, fue realizada, en el mayor centro de torturas y suplicios conocido, de la dictadura castrista, situado precisamente en “Villa Marista”, en el reparto El Sevillano de la Ciudad de la Habana y en él participaron, tres oficiales que se turnaban uno tras otro, durante más de siete horas de tormentos psicológicos y agotamiento físico y mental, como acostumbran los torturadores profesionales, de la llamada Seguridad del Estado de la tiranía.
El supuesto delito del que se le inculpa; tipificado como ‘Tráfico de Personas’, no resultó probado absolutamente y de ninguna manera, porque a ella no se le sorprendió en ningún momento, junto a otros individuos, en ningún vehículo terrestre, nave aérea o embarcación marítima, salvo que la encontraran trasladándose en algún ómnibus del servicio público o en algún taxi o bici-taxi junto a algún que otro ser humano. Traficar es absoluta y forzosamente transportar y ella, ciertamente, a nadie transportó. La condenaron por ser negra, por ser de cierta forma opositora, ya que firmó un documento prohibido por la dictadura castrista, el Proyecto Varela y porque necesitaban imputarla para poderla separar del sistema deportivo cubano ya que había terminado la licenciatura en Cultura Física y Deportes, del que solo le resta discutir la tesis que indudablemente no le permitirán concluir, para no otorgarle su diploma de graduada.
Imprimir Pagina Sphere: Related Content
No hay comentarios.:
Publicar un comentario