20 de mayo del 2010
Christy Maseda (hija de Héctor) junto a Segundo Miranda, con copias del Tomo II de Enterrados Vivos de Héctor Maseda.
A comienzos del acto se habló del Maseda graduado como científico de energía nuclear, el escritor, el Masón de grado 33 del valioso hombre que se enfrenta a sus carceleros y a su destino, el hombre que se niega, y así lo tiene firmado a salir de las ergástulas comunistas, hasta que el último de sus compañeros, haya salido.
Ese adolecente de pelo rubio y rizado que solía visitarnos acompañados de sus padres Fernando Maseda y Juana Gutiérrez. Un adolecente que a temprana edad se le veía la madurez que tendría en el futuro.
Ese joven que se pudo haber “narcotizado” por los albores y promesas de la “revolución triunfante” que en su euforia envolvía a muchos que hoy se encuentran en el exilio. Pero este adolecente que conocí, demostró la fijeza de su pensamiento y su determinación de lograr para la Patria un nuevo rumbo, el rumbo que por tantas y tantas décadas el Pueblo de Cuba busca y no encuentra.
Este adolecente se revira al sistema y lo denuncia en forma tal que el sistema que no soporta que se le contradiga y mucho menos que se intente quitarles las vendas a todo pueblo, hace de escarnio de Héctor Maseda en una tragicomedia jurídica durante los sucesos de la Primavera Negra juzga a Héctor y otros compañeros de infortunio a largas penas de prisión.
La misma mañana de la presentación del libro, me llamó, ese hombre que es todo un titán, que se encuentra pasando grandes penurias y trabajo para sobrepasar su cautiverio, para interesarse por la salud de Beba (mi esposa, su prima) y por mí. Todavía resuena en mis oídos sus palabras antes de pasarle el teléfono a mi esposa, “primo te quiero, somos familias”.
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