por Máximo L. Cruz
Presidente de la Asociación de Veteranos de Brigada de Asalto 2506
17 de Abril del 2010
Máximo L. Cruz/Foto: Marc Masferrer
Mi nombre es Máximo L. Cruz, miembro de la Brigada de Asalto 2506 que desembarcara en Bahía de Cochinos, Cuba en Abril 17 de 1961.
Nuestra unidad era el batallón dos de Infantería y yo era el jefe de la Compañía F. Nuestro Batallón desembarcó por Playa Larga y nuestra misión momentáneamente era de prevenir un ataque a Playa Girón desde Playa Larga. Mi unidad tenía la misión de avanzar por la carretera de Playa Larga hasta un área llamada “La Explanada” que estaba casi a media milla de Playa Larga. Al llegar a “La Explanada”, nos dimos a la tarea de prepararnos por si venía cualquier ataque.
El ataque no se hizo esperar y a la una de la tarde divisamos una unidad de unos 600 o 700 hombres avanzando hacia nuestras posiciones. El enemigo no sabía donde nosotros estábamos y lo dejamos avanzar lo más posible y de pronto ordené el fuego y aquello parecía como algo de una película. El enemigo no sabía qué hacer ni dónde meterse. Media hora más tarde el enemigo abandona el campo de batalla dejando a sus muertos y heridos que pasaban de cientos.
Una hora más tarde otra unidad de unos 700 hombres avanzaba hacia nosotros pero esta vez venían en camiones y autobuses y otros vehículos pero con banderas de la Cruz Roja. Pensando que venían a recoger sus muertos y heridos los dejamos acercarse pero al ver que no se detenían a recoger sus heridos y muertos y ya estaban a una distancia peligrosa para nosotros pedimos permiso para abrir fuego y la orden no se hiso esperar porque el enemigo ya estaba tomando posiciones para atacarnos.
Playa Larga/Foto cortesía de Antonio de la Cova
Cuarenta hombres pararon dos unidades de unos 700 hombres cada una y esto no era una película esto era de verdad. El enemigo sufrió cientos de muertos y heridos. Nosotros no tuvimos ni un arañazo.
Al oscurecer, nos ordenaron que retrocediéramos hasta la Rotonda de Playa Larga para prepararnos para el ataque se esperaba que vendría al caer la noche.
El ataque enemigo no se hiso esperar y ya a las nueve de la noche podíamos escuchar el ruido de la esteras de los tanques en la carretera. El ataque comenzó cerca de la diez de la noche y la infantería venia junto con los tanques. Yo estimo que el enemigo atacó nuestras posiciones con dos o tres mil hombres y unos veinte o treinta tanques o quizás más y otros vehículos brindados. Nuestros soldados estaban conscientes que de allí no saldríamos con vida pero eso ya no importaba porque estábamos dispuestos a entregarlo todo por nuestra Patria.
El enemigo lanzó oleadas tras oleadas de asaltos y no podía penetrar nuestras posiciones. Fue una noche larga y el ataque duro toda la noche. Nuestros hombres tenían en sus rostros las huellas de tres noches sin dormir, pero también tenían la determinación de morir o vencer, no había otra alternativa.
Dos tanques entran en nuestra posiciones, pero nuestros tanques ya no tenían municiones anti tanques y no podían enfrentarse a estos tanques gigantescos. Nuestros tanques retrocedieron y uno fue perseguido por el enorme tanque y después derribado por la unidad de retaguardia.
El tanque que quedó en nuestras posiciones tenía una estera rota pero podía usar la ametralladora y el cañón. Yo llame a uno de mis bazookeros y Orlando Atienza se ofreció de voluntario para ir conmigo y eliminar el tanque. Yo le disparé al operador de la ametralladora calibre 50 y usando balas trazadoras indicaba al bazookero donde estaba el tanque. Atienza disparó al tanque pero este disparo a la misma vez y me hirió a mí y a mi radio operador.
Yo continúe al mando de mi unidad, pero como a eso de 5:30 de la mañana había perdido mucha sangre y me llevaron para la enfermería y más tarde me llevaron para Playa Girón.
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